Febrero 2015
EEn la teoría moral, enunciada por Aristóteles cuatro siglos antes de Cristo, quedó bien en claro que el ejercicio virtuoso de una actividad se podía definir como el término medio entre el exceso y el defecto; vale decir, una forma de equilibrio susceptible de aplicarse a diversas conductas humanas. Así, por ejemplo, la valentía sería el término medio entre la temeridad y la cobardía. Han pasado siglos y, sin embargo, la concepción aristotélica merece ser recordada a propósito de hechos y acciones de la vida contemporánea vinculados con personas que se convierten en usuarios dependientes de computadoras, celulares y otros medios afines, hasta el punto de ser considerados adictos.
Dicha deformación de los comportamientos, perceptible especialmente y de manera preocupante en los chicos, desde finales de la niñez y comienzos de la adolescencia, viene tomando dimensiones globales, razón por la cual ya se han emprendido investigaciones en 31 países. De momento, el nuestro no ha sido incluido.
Se trata de una iniciativa de la Universidad de Hong Kong, cuya conclusión fue que alrededor del 6 por ciento de los habitantes de las naciones analizadas padecía de esa dependencia. Ese dato estadístico es un llamado de atención que debe ser debidamente atendido. Nadie puede negar hoy la eficacia de la computación, que ha introducido nuevas técnicas aplicables a la enseñanza, al trabajo, a la comunicación social y a la salud, entre otros campos. Pero lo que importa poner de relieve es la necesidad de su uso equilibrado.
Es oportuno señalar que, en nuestro país, el Centro de Estudios Especializados en Trastornos de Ansiedad (Ceeta, http://www.ceeta.org/esp) ha registrado, en el curso del bienio 2013-14, un aumento del 15% en el número de consultas relativas a trastornos imputables al uso desmedido de recursos digitales. Por su parte, la Fundación Manantiales (http://www.manantiales.org), dedicada a la investigación, prevención y asistencia de adicciones, ha observado un aumento del 70% en las consultas de ese carácter entre 2010 y 2014.
En tanto, la psicóloga Laura Jurkowski, especialista en adicciones a Internet y fundadora del Centro ReConectarse (http://www.reconectarse.com.ar), destacó que los trastornos que se observan en estos pacientes son semejantes a los que sufren los adictos a sustancias, es decir, revelan irritabilidad y ansiedad, que se acentúan si no pueden conectarse a Internet, lo que afecta la vida familiar, escolar y laboral.
Corresponde agregar que la mera prohibición doméstica del uso de la computadora no soluciona el problema, sino que, por lo común, lo agrava. Urge por tanto que los padres y los educadores, esenciales en esta fase del desarrollo humano, atendamos a los adolescentes en el cuidado y manejo del tiempo en que se exponen a las nuevas tecnologías. La moderación debe ser acompañada por la apertura de otras opciones, como las actividades lúdicas, deportivas u otros aprendizajes.
Es cierto, todavía no son mayoría los que se suman a la propuesta. “Pero va teniendo mucha repercusión. Diría que un 20% de los que vienen a cenar lo toma y cada vez son más”, se entusiasma Zadunaisky. “Al principio bromeaban sobre el tema en las redes sociales, pero en general está teniendo buena recepción, les parece al menos divertido. Siempre hay un par de mesas por almuerzo que participan”, se suma Combi.
De ese modo, se estará actuando preventivamente frente a una dependencia que podría llegar a ser muy nociva.
Articulo original: http://www.lanacion.com.ar/1768362-la-adiccion-a-internet
